Resulta que sí existe un único Dios, y este se les aparece a dos individuos: a un creyente de ese Dios y a un ateo. Dios les dice:
- Hijos mios, los he elegido como mis apóstoles para que difundan la verdad: Yo no existo. Vayan con mi bendición a profesar la única verdad.
El creyente feliz de ser el elegido asume rápidamente su responsabilidad y difunde la nueva Fe.
El ateo no le cree a Dios.
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